Ocupados en resolver dilemas que nos afectan individualmente, o en el entorno más inmediato, no es fácil detectar los puntos de fuga por donde se esfuman las oportunidades. Y mientras en ese espacio de indefinición se instiga a los emprendedores como nueva clase trabajadora, iremos viendo que:
- Muchas instituciones actuales tendrán que desaparecer por falta legitimación
- Aparecerán otras para blanquear el dinero nuevo, que siempre nace sucio.
- La evolución política llevará a establecer nuevas alianzas hacia una mayor autonomía local
Es decir, que la proclamada globalización de lo local, que en pocos casos se llegó a conseguir, desembocará en la Ciudad-Estado de economía. Paradoja del poder que cuanto más crece más se ve abocado a reproducir medievales vasallajes maquillados de modernidad. La cuestión es cuál será la unidad de medida de lo local y cómo se enredarán las nuevas luchas de poder.
Por todos lados se acumulan edificios y equipamientos públicos sin uso, abandonados o paralizados, nacidos a costa de subvenciones, promesas electorales y proyectos por imitación: piscinas sin agua, aeropuertos o estaciones de autobuses sin pasajeros, auditorios sin programación, centros de día que no han visto la luz, museos que solo contienen aire, viveros de empresas y centros tecnológicos sin actividad o áreas recreativas que solo crían hierba.
La ciudad genérica es la del poder y de la representación, la ciudad construida enfrentada a la ciudad de los lugares, de los espacios con identidad. Pero ocurre también que el exceso de identidad reduce posibilidades, algo que señalaba Juan Freire cuando conversábamos sobre tendencias y no-modelos, sobre preocupaciones reales y miopías legislativas que agudizan la necesidad de tender puentes para que sociedad y economía despierten de su letargo.
Pero este enredo global que propicia el enfrentamiento parece diseñado para agotar a la ciudadanía mientras los verdaderos objetivos se disfrazan y se siguen pactando en escenarios mas «discretos». Por eso me preguntaba hace un tiempo a quién pertenecen los proyectos.
Las obsoletas divisiones sectoriales necesitan relevo para poder revitalizar el importante potencial de conocimiento conversacional pendiente de digerir. La disculpa de los costes y la crisis es socorrida, pero ni hubo ni hay intención de que sea de otra manera. Es necesario trabajar conjuntamente para desmontar estas perversidades.
La preocupación por lo inmediato y lo local es la trampa que maneja el poder para trabajar el largo plazo. Lo de afuera es teatro, la realidad se pacta amigablemente, y a ser posible con mesa y mantel, como ocurre en este breve diálogo sobre como se despista a la ciudadanía de Nueva Orleans mucho tiempo después de la tragedia del Katrina.
No hay dilema entre la identidad y el futuro de las ciudades. Ni re-construir es volver a las antiguas práctica ni la ciudadanía es estúpida.
(duración: 2:02 m.)
Extractado de Identidad y cambio
4 comentarios