Para bien y para mal, la capacidad para transformar el entorno nos define como humanidad. Usamos y colonizamos desde el principio de los tiempo pero la tecnología nos aleja del proceso y (casi) nada llama nuestra atención.
Hace pocos días el (mal) tiempo obligaba a una de las dragas más grandes del mundo a refugiarse en el puerto de A Coruña. Pero la visita de la «Versalius», que navegaba remolcada desde Holanda a Gibraltar, apenas consiguió una breve referencia en prensa. ¿Hasta tal punto hemos olvidado todo lo que implica el puerto como motor de desarrollo? ¿Tan lejos ha quedado el puerto del imaginario colectivo que ni despierta curiosidad?
Pues yo me la encontré mientras ruteaba y no pude evitar tomar un apunte de su entrada a puerto.
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