Renzo Piano, arquitecto y senador vitalicio en Italia, dedica su salario como parlamentario a un proyecto de rehabilitación de las periferias urbanas:
retiró los muebles, hizo montar una mesa redonda de tres metros de diámetro y cubrió las tapizadas paredes con paneles para pegar planos, fotos y esbozos
… dedica su salario íntegro como parlamentario a pagar a varios jóvenes arquitectos –con contrato anual y que van relevándose– para elaborar proyectos “de remiendo” de las deterioradas periferias de las ciudades italianas.
La entrevista que nos recomendó Manuel Calvillo no tiene desperdicio, pero algunos conceptos y enfoques resultan especialmente esperanzadores.
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Extracto de “La ciudad es una bella invención”
¿Existe la ciudad ideal o cercana al ideal?
(Largo silencio reflexivo)
Creo que la ciudad es una bella invención. En la naturaleza no existe la ciudad. Es la idea de comunidad, donde nace la convivencia, donde nace el arte de estar juntos, de compartir los valores. Creo también en la ciudad como lugar de civilización.
(…) La palabra periferia representa bien la esencia urbana de ciertas partes de la ciudad y también representa bien el mundo. Hay países que son periferia del mundo. Hay ciudades periféricas. Yo soy alguien que creció en la periferia. Adoro el silencio de las periferias. Adoro también el deseo de fuga de las periferias. Las periferias son fábricas de deseos. El primero es el deseo de moverse, de descubrir, de explorar. En las periferias del mundo suelen nacer las cosas bellas, auténticas, ya sea en arte, literatura, ciencia, porque no dependen de las modas, de los hábitos, o de lo que es chic o snob. Dependen del silencio, del hecho de que se sea más introspectivo. Se contemplan los árboles, el mar.
(…) La persona, ya sea arquitecto, periodista, intelectual, artista o político que tuviera la pretensión de cambiar el mundo de un día para otro sería un auténtico bobo, porque no es posible. Yo estoy profundamente convencido de que la belleza, no en el sentido cosmético de la palabra, es una experiencia extraordinaria, no sólo un hecho romántico. Es una emoción importante, equivalente a esas otras tan peligrosas como el poder, el dinero, la victoria. Estoy convencido de que la belleza es una de las cosas que podrán cambiar el mundo. Y lo hará gota a gota, una persona cada vez. No todo de golpe. Es obvio.
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