Extracto de El derecho a la ciudad, Henri Lefebvre, 1968
La ciudad construida históricamente ha dejado de ser vivida y en su práctica ya no es entendida. Es sólo un objeto de consumo cultural para los turistas, para un esteticismo ávido de espectáculo y de lo pintoresco. Incluso para aquellos que intentan entenderla con afecto (warmth), la ciudad histórica ya ha desaparecido.
(…) Es imposible imaginar la reconstitución de la ciudad antigua, sólo la construcción de una nueva sobre nuevos cimientos, a otra escala y en otras condiciones, en otra sociedad. La prescripción es: no puede haber una marcha atrás (a la ciudad tradicional), tampoco una huida hacia adelante, hacia una aglomeración colosal e informe. En otras palabras, en cuanto a lo que concierne a la ciudad el objeto de la ciencia no es dado. El pasado, el presente y lo posible no pueden ser separados. Lo que se estudia es un objeto virtual, algo que tiene que ser pensado, que pide nuevas aproximaciones.
(…) La carrera del viejo humanismo clásico terminó hace tiempo, y mal. Está muerto. Su cadáver momificado y embalsamado es una pesada carga y huele mal. Ocupa muchos espacios, públicos y de todo tipo, que así se han convertido en cementerios culturales bajo el disfraz de lo humano: museos, universidades, publicaciones varias, por no mencionar nuevas ciudades y procedimientos urbanísticos.
(Traducción del inglés de José Pérez de Lama)
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