¿El ritmo actual del cambio?

La voracidad de las exigencia del cambio supera en velocidad al de una vida humana. Y la Naturaleza no hace sino recordárnoslo, al tiempo que nos avisa que debemos encontrar el modo de convertir nuestro mundo tecnificado en un ecosistema seguro y equilibrado.

 

La crispación general, aletargada en las buenas maneras aprendidas y en el «malo será», encuentran su desahogo en estos sinsentidos adrenalínicos que nos permiten desear la normalidad costumbrista y acostumbrada.

El conocimiento avanza, pero no sé si nos penetra. Por eso nos cuesta afrontar la necesidad de su  transmisión intergeneracional. Porque el día a día presenta una normalidad efímera y repleta de excepciones, pero a cuya fotografía nos aferramos.

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