El factor industrial

Peirao de Calvo Sotelo, 21-10-57Internet ha abierto la veda a los nuevos modelos de negocio y las empresas industriales se han ido reconvirtiendo. La “era del conocimiento” decíamos, pero no era tan sencillo y la crisis que atravesamos ha venido a demostrarlo. El factor industrial, tan denostado durante las épocas de bonanza, vuelve a colocarse en primera línea.

El contexto se ha hecho más complejo ya que si bien la tecnología ha permitido modernizar los procesos industriales y mejorar la productividad de las empresas, los nuevos canales de información y el mayor poder a los consumidores han impuesto un nuevo punto de inflexión cambiado la percepción de producto hacia la de servicio.

Pero… ¿acaso los coches, las mesas, los platos, la ropa o los mismos aparatos con los que nos interconectamos están hechos sólo de bits?

En los últimos 50 años las cosas han cambiado mucho pero la percepción del territorio parece estar volviendo a sus orígenes.

Por más que se quiera mantener la relevancia de los estados nacionales, pasado y presente demuestran lo contrario. Ya Sidney Pollard insistió en que la Revolución Industrial había de ser analizada como un fenómeno esencialmente regional pero esto se ha agudizado con los efectos de la globalización, que ha contribuido a minimizar el rol que durante un tiempo se delegó en los estados nacionales.

En la actualidad se habla de la necesidad de desarrollo de redes transnacionales entre regiones y ciudades pero no es sino el reflejo de lo que la perspectiva histórica pone de manifiesto: que “las ciudades son formaciones políticas que habitualmente tienen mayor permanencia en el tiempo que otras construcciones más amplias”.

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Sin embargo, si bien muchas respuestas están en la ciudad como ámbito de análisis, la comprensión de las diferencias, cualitativas y cuantitativas, en su desarrollo socio económico obedece a una compleja combinación de razones, endógenas y exógenas, que definen su especificad. Y que es imprescindible conocer, y comprender, para ser conscientes de las decisiones que seguimos tomando y definirán el futuro.

El concepto de pasado se volatiliza porque uno de los efectos perversos de lo inmediato y la híper conexión es la velocidad a la que generamos olvido. Después, la Historia nos cuenta el pasado en trazos políticos e institucionales, en estadísticas y enfoques sociológicos, en interpretaciones y argumentos. Pero para entender-nos, es necesario recuperar “La historia de las personas”

Las personas construyen las culturas y las culturas determinan, a su vez, cómo son las personas. (…) Enterrado en capas y capas de cultura tradicionalmente individualizadora, el impulso colaborativo puede permanecer paralizado… (Manel Muntada)

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